El Ministerio de Cultura emitió una norma que reduce un 42% de la zona arqueológica Lineas de Nazca, originando rechazo por parte de los ciudadanos y arqueólogos. La medida anulada evidencia el peligro que representa la minería ilegal para el patrimonio.
Al sur de Lima, en el desierto de Nasca y Palpa, se encuentra una herencia cultural que sigue siendo una incógnita, incluso para los arqueólogos más eruditos. Algunos dicen que fue obra de seres no humanos, otros sostienen que fueron creados por culturas ancestrales, existen muchas teorías extravagantes. Lo cierto es que las Líneas de Nazca —con sus enigmáticas figuras geométricas y zoomorfas— son uno de los patrimonios más valorados del Perú y del mundo.
Estos geoglifos, descubiertos por el estadounidense Paul Kosok y conservados durante décadas gracias al trabajo de la investigadora Maria Reiche, han cautivado a nivel mundial por su perfección técnica. De las 800 figuras encontradas en el desierto, destacan el colibrí, el mono, el pelícano, y la araña. Según estudios arqueológicos, fueron creadas entre los años 500 a. C. y 500 d., y sobre netamente se han conservado a lo largo de los años. De hecho, en febrero del presente año, el Ministerio de Cultura (Mincul) reportó que las líneas no han sufrido daños estructurales por las lluvias acontecidas en el Sur del Perú.
Sin embargo, en mayo de 2025, una decisión estatal puso en jaque la protección de este legado milenario.
¿Optimización o negligencia?
El 28 de mayo de 2025, el Ministerio de Cultura (Mincul) emitió una resolución que reduce el área protegida de las Líneas de Nazca en un 42%, pasando de 5,600 km² a 3,200 km². El ministro del sector, Fabricio Valencia, justificó esta medida, argumentando que contribuye a una “optimización de la gestión del lugar”. Asimismo, el funcionario aseguró que existen estudios previos que sostienen que ese era el “límite real” de la reserva arqueológica.

La norma generó una ola de cuestionamientos hacia el decreto, a nivel nacional e internacional. El Colegio Profesional de Arqueólogos del Perú mostró su rechazó y denunció que no existen estudios certificados que sustenten la reducción del área arqueológica. Además, alertaron que el precedente podría afectar a otros sitios arqueológicos como Caral o Machu Picchu, dejándolas al alcance de mineros y agricultores ilegales.

El Congreso de la República también reaccionó en contra y presentó tres mociones de interpelación contra el titular de la cartera para que explique sus motivos detrás de la medida presentada. Además, las mociones indicaban el incumplimiento de la Ley General del Patrimonio Cultural de la Nación.
Frente a la presión social e institucional, el Ejecutivo anuló la resolución y la dejó sin efecto. Sin embargo, el suceso encendió una señal: ¿Qué tan seguros están nuestros patrimonios?
Minería ilegal: Una amenaza permanente
La minería informal es una actividad que se viene realizando a los alrededores de la reserva de Nazca durante muchos años. El propio ministro de Cultura reconoció dicha problemática al defender la resolución. “El tema de la minería informal es una actividad que está presente en esta zona”, afirmó. Además, dijo que no existía riesgo alguno por los yacimientos mineros.
No obstante, los antecedentes lo contradicen. En septiembre del 2024, el Mincul informó al Instituto de Ingenieros de Minas del Perú que la reserva de Nazca es calificada como “zona afectada por la minería ilegal” y que las actividades fuera de la ley no respetan su fragilidad.
Años antes, en 2015, se halló una mina ilegal que operaba de manera clandestina por casi dos años, sin que ninguna autoridad se diera cuenta.
Varios arqueólogos advierten que áreas aún no reconocidas y estudiadas pueden ser afectadas y destruídas por mineros ilegales, lo que limita el desarrollo de nuevos descubrimientos prehistóricos.
Lo ocurrido en las Líneas de Nazca no es un caso aislado . En múltiples ocasiones, la investigadora Ruth Shady, responsable del sitio arqueológico Caral, considerada “la civilización más antigua de América”, denunció que está siendo amenazada por traficantes de tierras. Afirmó que aún no ha recibido apoyo del Estado para su protección y resguardo.
La anulación de la resolución que reducía la área protegida de las Líneas de Nazca representa una victoría momentánea, pero también una alerta para proteger nuestros patrimonios culturales y no dejarlos en manos de intereses económicos.
Es deber del Estado cuidar nuestras reservas prehistóricas, porque cada línea y cada vestigio cuenta una historia que aún falta descubrir e inculcar.
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